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José Antonio Marina
José Antonio Marina
“Necesitamos potencia intelectual para enfrentarnos a los problemas y a las oportunidades que trae la tecnología”.Un filósofo que encuentra parecidos entre el arte de bailar y el arte de pensar es, como poco, original. José Antonio Marina, toledano, 79 años, pedagogo, ensayista y filósofo convencido, encontró el nexo hace casi 50 años. Desde entonces dedica su inteligencia y su talento a defender las capacidades de la filosofía y de la educación para resolver problemas no solo morales y éticos, también económicos y sociales. Amante de la sensatez, de la reflexión profunda y el aprendizaje constante, en plena era tecnológica Marina proclama la necesidad de impulsar el pensamiento crítico como fuente de protección para no caer en la superstición, el fanatismo o el dogmatismo.
Sabemos mucho del Marina filósofo, escritor, pedagogo, pero poco de la persona. ¿Cómo es José Antonio Marina en su faceta más personal?
Soy una persona curiosa, con mucha tenacidad para aprender lo que no sé, de hecho, cuando hay algo que me interesa y de lo que sé muy poco, escribo un libro sobre ese tema y así me obligo a estudiar, pero siempre voy con la lengua fuera porque nunca llego a saber lo suficiente. Aparte de eso, soy una persona con suerte porque tengo buena salud, me han querido las personas a las que he querido y he podido dedicarme al trabajo que me gusta. Más no se puede pedir.
¿Su amor por la filosofía es genético?
Mi abuelo fue filósofo, es verdad, aunque yo no le conocí, pero pasé mi infancia en su gran biblioteca, que era la envidia de mis amigos porque con sus enormes libros se podían construir unos castillos maravillosos. Además, él había sido compañero y amigo de Unamuno y yo fardaba mucho de ello, pero mi vocación por la filosofía tiene más que ver con el baile.
¿Dónde está el nexo entre el baile y la filosofía?
A mí me encantaba el baile, sobre todo la coreografía. Empecé Filosofía porque la carrera compartía dos años con Historia del arte, que era lo más parecido al baile que encontré. Tras dos años estudiando descubrí que lo que en realidad me deslumbraba del baile era la capacidad que tenía de transfigurar el esfuerzo en gracia, es decir, ver a un bailarín entrenando es un espectáculo lamentable: sudan, les duelen los pies, están llenos de tiritas, pero cuando empiezan a bailar parece que son ingrávidos. Entonces pensé que esa misma experiencia no solo se daba en el baile, sino en cualquier cosa que se hiciera con soltura y eso es lo que me acercó a la filosofía, la capacidad de transformar el esfuerzo de pensar, en la gracia de pensar con soltura.
Y de aquella primera experiencia hasta ahora. ¿Qué cree que aporta hoy la filosofía a la revolución digital?
Más bien, qué debería aportar. En estos momentos la parte más compleja para la filosofía son los sistemas de inteligencia artificial. Sabemos que no podemos competir con las máquinas en el manejo de información, pero lo que está en juego no es eso, sino decidir quién va a mantener la capacidad de decisión. Hay muchas presiones para que sean los robots, pero a mí me parece peligroso porque puede plantear problemas de orientación de la especie humana muy serios. Y ahí debería entrar la filosofía. Deberíamos impulsarla porque es la única disciplina en condiciones de pensar qué es y qué consecuencias tiene el posthumanismo. Necesitamos tener potencia intelectual suficiente para enfrentarnos a los problemas y a las oportunidades que traen las nuevas tecnologías.
Pues en lo de impulsar la filosofía parece que vamos justo en sentido contrario, ¿no cree?
Estamos en un momento en el que en todo el mundo occidental está habiendo un descrédito de la filosofía, sin embargo, la filosofía nace ante la necesidad de resolver problemas reales. Una sociedad democrática necesita desarrollar el pensamiento crítico como fuente de protección, porque si no, estamos condenados a ser supersticiosos, fanáticos o dogmáticos y a caer en una situación como la actual. La sociedad española sufre un síndrome de inmunodeficiencia social, es decir, no tiene anticuerpos para defenderse contra las enfermedades sociales y todos los virus se apoderan de nosotros: la corrupción, la posverdad, la glorificación de la opinión… De hecho, Platón cuando empieza toda su tarea filosófica se yergue contra la opinión. Es importante saber que todos tenemos derecho a opinar, pero no todas las opiniones valen lo mismo. Tenemos que empezar a reconstruir esa especie de sensatez filosófica que estamos perdiendo.
¿Cómo lo hacemos? ¿Se puede enseñar a pensar de forma crítica?
Claro que se puede y el momento de hacerlo es en la escuela primaria. La filosofía enseña a los niños a argumentar a escuchar, a mantener una coherencia en el modo de tratar sus temas, etc. Si se les pregunta, por ejemplo, como tema de debate, por qué hay que ir al cole, sorprende lo bien que discurren. Además, el pensamiento crítico es muy sencillo de poner en marcha: basta con que cuando alguien les diga una cosa, ellos pregunten: ¿y tú cómo lo sabes? Si empezamos a hacer lo mismo con los adultos, verás como dicen vaguedades, falsedades o se callan.
A lo largo de su extensa obra, tanto filosófica como educativa, palabras como inteligencia, dignidad, ética, talento son recurrentes. ¿Qué significan para usted?
Todas las palabras son herramientas que nos permiten acceder a temas que de otra manera no sabríamos manejar. Añadiría una: posibilidad. Creo que la gran palabra que define al ser humano es posibilidad. El hombre está siempre inventando posibilidades, construyendo proyectos, teorías, expectativas e ideas, como por ejemplo la dignidad, ese valor que tenemos los humanos por el mero hecho de existir. La dignidad es una maravillosa ficción de la inteligencia humana, muy precaria, eso sí, y se nos puede venir abajo en cualquier momento, como ya sucedió en los años 30 en Alemania; por eso, y porque somos una especie sumamente explosiva hay que proteger ese frágil concepto.
Hablando de dignidad y ética, ¿cree que necesitamos una nueva ética nueva para la sociedad digital?
Podemos necesitarla, sí. Hace ya muchos años Isaac Asimov dijo que había que hacer una ética para los robots, pues en mi opinión la cosa va un poco en ese sentido. Es decir, necesitamos ampliar el modo de implementar normas éticas, no solo en cerebros humanos, sino en cerebros electrónicos. Google, por ejemplo, está viendo qué tipo de estructuras éticas incluye en sus sistemas de autoconducción. Así que sí, creo que debemos aplicar algunos principios éticos a los sistemas inteligentes.
“Necesitamos potencia intelectual para enfrentarnos a los problemas y a las oportunidades que trae la tecnología”, José Antonio Marina
Universidad de Padres: el poder de parenting
La Universidad de Padres (UP) es una fundación creada y dirigida por José Antonio Marina con un objetivo básico: formar a los padres para ayudar a sus hijos en la tarea de desarrollar todo su talento, es decir, convertirlos en una especie de GPS educativo. Para ello, la fundación ha creado en espacio de formación online colaborativo en el que las familias tienen a su disposición material didáctico, laboratorios, cursos anuales y seminarios de temáticas tan variadas como el talento adolescente o las habilidades TIC. Y es que para Marina, el poder del parenting es fundamental porque “los sistemas formales de enseñanza son muy lentos, mientras que la acción de los padres es inmediata”.- Filosofía
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